"El impuesto moral implantado por la sociedad a todas las transgresiones hoy le toca a la pasión incluso más que al sexo. Todos entenderán que X... tiene enormes problemas con su sexualidad; pero a nadie le interesará los que Y ... pueda tener con sus sentimientos: el amor es obsceno precisamente porque pone lo sentimental en el lugar de lo sexual." 😬Etimológicamente, la obscenidad se compone del prefijo ob que evoca la idea de oposición, obstáculo y escenario, que es "donde se muestra". Entonces significaría algo como "detrás de escena", "la otra cara de la moneda", "lo que no deberíamos ver". De hecho Nagisa Oshima nos dice en estos términos que “Nada de lo expresado es atrevido, lo obsceno es lo oculto."
Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, París, ed. du Seuil, 1977, página 211.
Es de preguntarse si lo más tabú es la intimidad o el sexo...
Gracias a la educación, las mentalidades más abiertas, las apps de encuentro que facilitan las citas, el acceso al sexo se ha vuelto relativamente fácil y la sexualidad ha salido de sus trincheras prohibidas. Igual cada cual es más o menos aventurero, pero se acuerda que cada quien pone sus límites donde quiere y que de cada uno queda.
Por otro lado, me doy cuenta de lo difícil que es exponer mis sentimientos en una relación que se está por comprometer: cómo me siento cuando estoy a punto de decir Te quiero, a punto de admitirte Te extraño... o incluso Me importas.
¿Fragilidad? ¿Abro una puerta sin filtro a mi interior? ¿Vulnerabilidad? ¿Y qué tal si me dice que no me ama? O peor, si no dice nada. ¿Frustración? ¿Lástima? ¿Humillación? ¡Diablos!
Ahora que lo pienso, es absurdo: ¿cómo puede ser humillante que los sentimientos del otro sean diferentes a los míos? Esto implicaría que el otro seguramente será cruel, se reirá, todo dispuesto a remover el cuchillo en la herida de mi amor no correspondido. Lo seguro es que cuando me exponga, no sabré a lo que me encontraré.
Mi postulado no es neutro, sino pesimista: el miedo de que el otro no comparta la intensidad o la intención de mis sentimientos, y que además se ría de mí. Prefiero encerrarme como una ostra, aunque que la probabilidad opuesta (que me ame 😍) sea igual de válida.
Además, la angustia de afrontar un revés proviene de mi desconfianza en la benevolencia del otro para aceptar mi sentimiento de amor, correspondido o no, pero no obstante generososamente.
De todas formas, la confesión de mis sentimientos anuncia el fin de una ilusión. Quiero evitarlo en no abrirme. Considero que mi amor soñado y proyectado es más tranquilizador que el amor real y lo instituyo como realidad.
Entonces nuestra intimidad amorosa sólo es obscena cuando permanece oculta, contenida: el pudor de los sentimientos no proviene de la impropiedad, de la obscenidad, sino del miedo a exponer nuestra herida de amor, esta llaga siempre abierta que pensamos que sólo el otro podría curar.
Pero si entiendo que soy el único que puede darme suficiente amor para curar esta llaga, entonces también puedo expresar mis sentimientos sin miedo 🤗.
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