Es un lugar y un tiempo indefinido, o más bien secreto.
Sería algo como una burbuja que aprovecha cada térmica para seguir planeando, levitando de su sola energía, evitando obstáculos, precaviendo rozar la realidad. La otra realidad. Para no explotar.
Es dulce, exclusivo, celoso, íntimo. No existe afuera. Es decir, nada nos relaciona con afuera. Es una paréntesis divina. Una emoción íntegra.
Te como, te bebo con una sed inmensa. Mi cuerpo te consume con una ansiedad vasta. Cierro las persianas a la otra realidad y nuestras pieles se buscan para borrarse y adentrarse. Tu olor, la textura de tus curvas. Te lamo, te chupo, te muerdo, te pruebo y cada vez te siento más adentro mío, como un vino fresco y embriagador.
Me estremezco. Me das vueltas la cabeza. Siento tu ser penetrándome con cada caricia, cada apretón, cada beso, cada toque de lengua. La poca claridad de la habitación confunde las imágenes furtivas que aparecen y se desvanecen ante mis ojos, que trato de dejar abiertos: te quiero ver. Te quiero mirar para captarte entero, saborearte, no perder nada de las expresiones en tu cara. Pero la sensualidad que me prodigas me ajuma y mis párpados cubren mis ojos hundiéndome más profundo todavía en esta sensación exquisita de estar tan cerca tuyo. Adentrándome. Tú, adentrándome.
Pienso que la sustracción de estos momentos, su ilegitimidad nos enfocan a intensificar las huellas en el momento. No hay pasado. ¿Habrá una próxima vez?. Todo se tiene que concentrar, enfatizar, consumir en el ahora. Y me pierdo nuevamente…
Retozando. Manos, bocas, piernas. Fluidos, líquidos, sudados, solazados acarreados por el calor veraniego. Me gusta apretarte, morderte, siento tu piel acariciando la mía, deslizándose entre mis piernas, deslizándose, una y otra vez, por todo mi cuerpo, voraz. Quiero que me penetres. Quiero sentir tu más íntimo dentro de mi. Quiero tenerte adentro mío y apretarte fuerte. Circunnavegarte. Quiero que me arrulles, en lo más hondo, ahí donde no conozco resistencia.
Te miro. Quiero reconectarme contigo. ¿Dónde estás? ¿Dónde te gusta estar? ¿Quién eres? ¿Qué vienes a buscar aquí? Y otra vez me tocas y mis sensaciones roban la diligencia de mis dos neuronas luchando a contra corriente por quedar activos. Suelto amarras, me vuelvo a perder…
Te doy vuelta y me siento arriba tuyo. Te encierro entre mis piernas. Empujo mis manos contra tu pecho. Te miro desde arriba tratando de dominarme. Pero te tengo cautivo adentro mío y un más mínimo movimiento mío nos electrifica. Opulencia de los sentidos, me siento empoderada. Me miras atento, acechando mi próximo movimiento.
Te quiero llevar en mi baile corpóreo, seducirte hasta licuarte, hasta que te rindas, dichoso.