Tomas, quien durante los últimos diez años de su práctica médica se había centrado exclusivamente en el cerebro humano, sabía que no hay nada más difícil de entender que el "yo". Entre Hitler y Einstein, entre Brezhnev y Solzhenitsyn, hay muchas más similitudes que diferencias. Si pudiera expresarse aritméticamente, entre ellos hay una millonésima diferencial y novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve millonésimas de similar.
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¿Qué buscaba en todas sus mujeres? ¿Qué le atraía de ellas? ¿No es el amor físico la eterna repetición de lo mismo?
Para nada. Todavía queda un pequeño porcentaje inimaginable. Cuando veía a una mujer completamente vestida, obviamente podía imaginar más o menos cómo estaría una vez desnuda (...), pero entre la aproximación de la idea y la precisión de la realidad, quedaba un pequeño hueco de lo inimaginable, y fue esta laguna la que no lo dejaba en reposo.
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No estaba obsesionado con las mujeres, estaba obsesionado con lo inimaginable de cada una, es decir, estaba obsesionado con esa millonésima diferencial que distingue a una mujer de las demás.
Hablan de ello :
L'insoutenable légèreté de l'être - Milan Kundera
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